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Investigadores revelan un inquietante fallo en Windows Hello que permite vulnerar su autenticación biométrica. La técnica, llamada FacePlant, permite a usuarios con privilegios administrativos acceder ilegalmente a cuentas corporativas. Microsoft afirma que se requiere acceso administrativo previo para explotar esta brecha, destacando la necesidad urgente de adoptar medidas preventivas para mitigar el riesgo.
Una nueva técnica bautizada como FacePlant ha destapado una debilidad preocupante en Windows Hello for Business, el sistema de autenticación biométrica de Microsoft. La investigación, presentada en Black Hat, demuestra que un atacante con privilegios de administrador local puede eludir el reconocimiento facial o de huella y acceder a cuentas corporativas sin la credencial legítima. No se trata de engañar a la cámara ni de explotar fallos de hardware, el vector se centra en cómo Windows almacena y valida las plantillas biométricas.
El hallazgo expone una grieta en la cadena de confianza que conecta el inicio biométrico con los servicios de directorio, concretamente Entra ID y Active Directory. Si el atacante consigue sustituir la plantilla del usuario por la suya, el sistema acepta su rostro como válido, lo que permite una suplantación silenciosa con efectos en inicio de sesión único y acceso a recursos. Esta manipulación se apoya en capacidades habituales de un administrador local y en debilidades del proceso de verificación.
Microsoft ha confirmado la vulnerabilidad y señala que se requiere acceso administrativo previo. Aunque este requisito acota el escenario, en la práctica muchas intrusiones escalan a administrador con rapidez, por lo que el riesgo no es teórico. La comunidad de seguridad coincide en que el problema exige una revisión profunda del diseño de Windows Hello, o bien trasladar más validaciones al hardware seguro, por ejemplo con un TPM y rutas de confianza reforzadas.
FacePlant aprovecha un enfoque indirecto. El atacante crea su propio perfil biométrico en un equipo Windows bajo su control, lo que genera una plantilla digital de su rostro o huella. Mediante técnicas de extracción, esa plantilla se prepara para ser insertada en el sistema de la víctima. El paso crítico ocurre cuando, con privilegios de administrador, se reemplaza la plantilla legítima del usuario objetivo por la plantilla del atacante en la base de datos biométrica local.
La clave del éxito no está en confundir al sensor, sino en alterar la verificación posterior. Windows confía en que la fuente de plantillas es íntegra, por lo que, si nadie controla el canal de actualización, un administrador puede implantar datos nuevos con apariencia legítima. Una vez cambiada la plantilla, el reconocimiento facial o de huella valida el rostro del intruso, que obtiene acceso como si fuera el usuario original, con todas las implicaciones de SSO en Entra ID o Active Directory.
Esta técnica es especialmente peligrosa porque permite preparar la plantilla en un entorno distinto al del equipo víctima. La ejecución final requiere derechos administrativos locales, sin embargo, ese nivel de privilegio es frecuente en equipos de soporte o en estaciones mal configuradas. En la práctica, FacePlant actúa sobre cómo Windows trata los identificadores biométricos y sobre la confianza en el almacenamiento, por lo que combina ingeniería del sistema con abuso de privilegios.
El principal riesgo de FacePlant es el secuestro de identidad dentro del entorno corporativo. Al validar una plantilla injertada, el sistema concede acceso pleno a sesiones, recursos compartidos y aplicaciones federadas. Si la cuenta comprometida tiene permisos elevados, el atacante puede moverse lateralmente, extraer datos sensibles y preparar escaladas adicionales, con impacto directo en confidencialidad, integridad y disponibilidad.
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La técnica erosiona la confianza en el inicio de sesión sin contraseñas, ya que el reconocimiento se convierte en una puerta de entrada si el repositorio de plantillas no está protegido adecuadamente. Además, la suplantación biométrica dificulta la detección, porque los registros pueden reflejar un acceso aparentemente legítimo del usuario. Esto complica la correlación en SIEM, la respuesta ante incidentes y la ejecución de controles de acceso condicional.
El efecto dominó alcanza a dispositivos, aplicaciones y datos en la nube. En entornos integrados con Entra ID, una sesión lograda con FacePlant puede heredar tokens y permisos, lo que amplifica el alcance del ataque. El riesgo se agrava en escenarios con equipos compartidos o con cuentas de servicio interactivo, donde la superficie de exposición aumenta y la higiene de privilegios puede ser deficiente.
En organizaciones con teletrabajo y acceso híbrido a recursos locales y en la nube, este fallo compromete la continuidad operativa. Un intruso con acceso biométrico suplantado puede descargar repositorios, alterar configuraciones y pivotar hacia sistemas críticos. El impacto es mayor en sectores regulados, por ejemplo finanzas o salud, donde las obligaciones de custodia de datos imponen sanciones por filtraciones y accesos indebidos.
El coste operativo también se incrementa. Equipos de TI deben revisar políticas de MFA, inventariar quién tiene privilegios de administrador local y auditar el estado de protección del almacenamiento biométrico. Esto conlleva esfuerzos de reemisión de credenciales, ajustes en acceso condicional y refuerzo de estaciones con herramientas de EDR y listas de control de aplicaciones, lo que impacta en tiempos de soporte y en la experiencia de usuario.
En el plano reputacional, una intrusión habilitada por suplantación biométrica deteriora la confianza en el inicio sin contraseña. La dirección debe equilibrar comodidad y seguridad, y explicar a los equipos por qué se refuerzan controles o se recomiendan alternativas como el PIN respaldado por TPM. La gestión del cambio se convierte en un factor crítico para mantener la productividad mientras se mitiga el riesgo.
La lección inmediata de FacePlant es que la seguridad debe apoyarse en múltiples capas. La biometría aporta comodidad, sin embargo, no puede ser la única barrera. Es vital reducir la asignación de administradores locales, elevar la monitorización y proteger la cadena completa que va desde la captura biométrica hasta la verificación en el sistema y la federación en la nube.
Las medidas de prevención deben incluir controles de integridad y aislamiento del almacenamiento que gestiona plantillas biométricas, además de supervisión activa de cambios anómalos. Un EDR bien configurado puede ayudar a detectar manipulación de archivos sensibles o actividades de cuenta privilegiada fuera de patrón. Del mismo modo, el uso de BitLocker, Secure Boot y protección de LSA refuerza la postura frente a ataques que buscan alterar componentes de autenticación.
En paralelo, conviene preparar planes de contingencia. Esto abarca rutas alternativas de inicio de sesión, endurecimiento de acceso condicional para operaciones sensibles y limitación del alcance de tokens en Entra ID. Adoptar una mentalidad de Zero Trust ayuda a asumir que una parte del entorno puede estar comprometida y a validar cada acceso con señales adicionales, como geolocalización, dispositivo y riesgo.
Como medida inmediata, se recomienda evaluar la vuelta a la autenticación mediante PIN respaldado por TPM en equipos Windows, al menos para cuentas sensibles, mientras se revisa la exposición de Windows Hello. El PIN, vinculado al dispositivo, no viaja por la red y resulta más resistente en este escenario concreto. Combine esta decisión con MFA adaptativa, que solicite un segundo factor adicional en operaciones de alto riesgo o desde ubicaciones no habituales.
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Refuerce la higiene de privilegios. Minimice administradores locales, implemente Just-In-Time y Just-Enough-Administration, y registre todas las elevaciones. Active Credential Guard y la protección de LSA, y utilice WDAC o AppLocker para limitar modificaciones a componentes que gestionan plantillas biométricas. Aplique BitLocker con arranque seguro y asegure la telemetría de cambios en directorios y claves relacionadas con la autenticación.
Endurezca su plano de identidad. En Entra ID, utilice acceso condicional con evaluación de riesgo y sesiones con tiempo de vida reducido para funciones críticas. Considere llaves FIDO2 para cuentas privilegiadas y procesos de administración remota. Recoja evidencias en un SIEM, automatice respuestas con SOAR y realice pruebas de intrusión para verificar que la manipulación de plantillas sería detectada con rapidez en su entorno.
Microsoft ha confirmado la existencia de la vulnerabilidad y matiza que el ataque requiere acceso administrativo local previo. Según el proveedor, este requisito sitúa FacePlant dentro de la categoría de abuso de privilegios, lo que, en su visión, se alinea con el modelo de amenaza en el que un administrador ya puede alterar componentes críticos del sistema. No obstante, el reconocimiento público implica que el vector es real y que merece atención inmediata.
Esta postura subraya un debate recurrente en seguridad, si un atacante tiene privilegios elevados, el margen para defenderse se estrecha mucho. Sin embargo, en la práctica, muchas intrusiones logran elevar privilegios mediante fallos de configuración, ingeniería social o explotación de vulnerabilidades conocidas. Por tanto, fiar la mitigación a la premisa de que el atacante no alcanzará el nivel de administrador puede resultar optimista.
La comunidad técnica demanda controles adicionales, idealmente con más lógica crítica en hardware seguro y procesos de validación resistentes a la manipulación por administradores locales. La propuesta incluye reforzar el sellado de datos en TPM, el aislamiento con VBS, y mecanismos de atestación que verifiquen la integridad de las plantillas biométricas antes de permitir su uso. Una revisión de fondo de Windows Hello podría ser necesaria para cerrar el hueco de forma definitiva.
Exigir acceso administrativo limita el alcance, aunque no neutraliza el riesgo. En muchos entornos, la realidad operativa concede privilegios más amplios de lo deseable para facilitar soporte y mantenimiento. Un atacante que compromete una cuenta de soporte puede aprovechar FacePlant para suplantar identidades sin disparar alarmas evidentes, lo que convierte la medida en un freno parcial pero insuficiente.
La evaluación honesta pasa por medir la madurez de controles existentes, desde gestión de parches y EDR, hasta acceso condicional y políticas de MFA. También requiere revisar la arquitectura de autenticación, en particular dónde residen y cómo se protegen las plantillas biométricas. Llevar más validación al TPM, reforzar el aislamiento mediante VBS y validar integridad con atestación remota puede elevar la barra frente a administradores locales maliciosos.
En paralelo, conviene definir hojas de ruta con objetivos concretos. Reducir administradores, habilitar LSA Protection, aplicar WDAC, monitorizar cambios de alta criticidad y planificar pilotos con llaves FIDO2 para cuentas privilegiadas. Todo ello, acompañado de formación para usuarios y procedimientos de respuesta que contemplen la suplantación biométrica como hipótesis realista. El objetivo es que un fallo similar no derive en un incidente mayor.
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Fuente: www.forbes.com